Ante una circunstancia
adversa, hay un primer momento en el que la persona siente que llegó a un
límite que no puede superar, que no puede seguir adelante. Sin embargo, de
repente surge una fuerza especial –que la
persona creía que ya no tenía– que la hace ponerse de pie y afrontar lo que viene.
La “resiliencia” es una habilidad
de enfrentar y superar una dificultad, una situación límite que
puede ser traumática, dolorosa. Este término se aplica también en lo laboral: la capacidad de una empresa y sus
trabajadores para superar la adversidad y salir favorecidos.
Esta se vincula al imaginario colectivo, por lo tanto, el manejo de una crisis
empresarial está fuertemente vinculado a la capacidad de resiliencia (o la
ausencia de ella) colectiva.
Tomando en cuenta que cada crisis varía, a veces no se trata sólo de
perseverancia y preparación, también hace falta un poco de creatividad. Las empresas con alto nivel de resiliencia tienen
dos características comunes: saben que la crisis es una oportunidad, y que el recurso
más valioso es el talento.
¿Las personas resilientes nacen o se hacen?
La resiliencia no es innata, no se hereda, se trata de una capacidad que todos
pueden desarrollar. En los
ambientes laborales surgen dificultades y las organizaciones necesitan personas
que no se asusten ante esas adversidades; que puedan ser lo suficientemente
creativas como para sortear la dificultad y “reconstituirse” –incluso hasta con
mejor posicionamiento que el anterior–.

Una persona
resiliente cuenta con ciertas características
fundamentales:
- Actitud positiva: Aun ante la peor situación, la persona resiliente tendrá optimismo, buscará la forma de sobrellevar la dificultad y salir adelante.
- Flexibilidad y creatividad: La persona resiliente puede salir de sus esquemas (prejuicios, determinada forma de ver o encarar situaciones) y mirar la escena con otra perspectiva con el fin de ver caminos distintos, descubrir nuevas posibilidades, generar ideas y aplicar conocimientos nuevos.
- Autonomía: Actuar según el propio criterio, independientemente de la opinión de los otros. Esto en momentos de dificultades es una ventaja, ya que es esencial reaccionar, tomar decisiones y salir de la zona de confort.
- Resolución de problemas: Quien tiene actitud positiva, flexibilidad, creatividad y autonomía, no tiene miedo de afrontar una adversidad al tener la idea de que saldrá triunfante.
- Habilidades sociales: Se trata de una persona que establece empatía con su entorno, jefes, compañeros y personas a cargo. Sabe entender, conectarse y responde ante las necesidades del otro, comunica y transmite confianza; comprende qué lo motiva y qué lo asusta.
Entonces, para
convertirte en una persona resiliente, se recomienda comenzar por estos aspectos:
- Saber que no todo depende del esfuerzo que le imprimas: Hay variables externas que pueden impactar en tu destino, y de esas situaciones hay que apropiarse. Conocer cuáles son tus recursos te hará ser consciente y te permitirá centrarte y disfrutar de los retos.
- Tener relaciones laborales saludables: Procura cultivar amistades y relaciones laborales saludables; así lograrás crear una red de apoyo que te puede ayudar en momentos difíciles.
- Desarrollar la imaginación y creatividad: Como lo dijo Einstein: “En la crisis la imaginación es más importante que el conocimiento”; esto es, intentar transformar la experiencia dolorosa en algo útil.
- Entender que no nacemos siendo resilientes: Sólo podemos descubrir, desarrollar y potenciar nuestra resiliencia enfrentando y superando situaciones complejas, riesgosas y difíciles.
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